El relato nos describe con emoción el descubrimiento del axolotolt; frente al invierno, la primavera con su cola de pavo real. Frente a un mundo gris, la irrupción de lo verde. Ante lo húmedo y lo oscuro, los tulipanes. Más allá de lo feo y lo triste, de lo dormido, de lo vulgar... los axolotolt. El narrador nos describe el descubrimiento de los peces como si de una suerte de revelación se tratara, un momento crucial a partir del cual todo cambia; desde ese momento, concentrando en el verbo mirar, toda la fascinación que ejerce sobre él ese descubrimiento se desencadena de manera irreversible. Desde ese momento, el narrador es incapaz de otra cosa: sólo puede mirar los axolotolt.
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