El primer párrafo

A la hora de construir un texto como el que empezamos a analizar, el autor dispone los elementos con precisión estratégica. En Axolotl, el primer párrafo se convierte en detonante para la posterior lectura, anzuelo que atrapa al lector, reclamo que le arrastrará por todo el texto. Desde este planteamiento, el autor propone una serie de estrategias de seducción de notable efectividad.
La primera de ellas consiste en el mismo concepto axolotl; un nombre enigmático, cuya identidad desvelamos en breve pero que, inicialmente, tiene una poder extraño e inquietante. La segunda estrategia consiste en unir ese nombre de resonancias precolombinas, intuimos que posiblemente mesoamericanas, con un entorno -El Jardin des Plantes- que nos evoca el París de finales del siglo XIX, el París de Haussman y también de la bohemia. Esta fusión de dos escenarios provoca en el lector una sorpresa que sólo se ve superada por la última afirmación: Ahora soy un axolotl. La imposibilidad de esta frase nos lleva a releerla y a dejar en nuestro ánimo una singular perplejidad -¿lo he leído bien?, ¿se trata de una errata?, nos preguntamos-. El autor nos ha capturado; de forma inexorable, hemos de seguir la lectura.

No hay comentarios: