Entre el axolotolt y el narrador hay una frontera tangible, una pared de cristal, una campana de cristal que diría Silvia Plath, un límite que separa dos realidades pero que al mismo tiempo las comunica, las funde, un cristal que es al mismo tiempo espejo pues el narrador ve en el axolotolt la condena a una reflexión desesperada que define su propia identidad obsesiva. Espejo como el de Alicia, espejo que es puerta y que permite el tránsito a otra realidad; el narrador observa al axolotolt y el axolotolt observa al narrador. ¿Quién observa a quién? Cuando se llega a este grado de fusión, todo está preparado para que se cumpla la tranformación, la metamorfosis que se había ya enunciado y anunciado.
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1 comentario:
Se trata del mito entre lo real i lo monstruoso, frontera que muchas veces es indescriptible.
Tal vez el axolotl, ese ser diminuto y singular sugiere, al observar y ser observado ,una sensación parecida a la que tiene la pequeña Alicia de Caroll, perdida ante el espejo, antes de tomarse la bebida que la hace crecer de manera descomunal, mientras dice "espero que me hará volverme mayor, porque ya estoy cansada de ser una cosita tan diminuta !" Roza el límite del cristal de Plath, el horror y la fascinación ante la propia imagen.
Laia Franquesa
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