La primera impresión que tiene el narrador al verse convertido en axolotl es la de horror; se siente enterrado vivo, condenado eternamente a flotar em esa pecera mientras contempla a su yo humano al otro lado del cristal. Aún no entiende su identidad. Al establecer un nimio contacto con otro axolotl asume su condición y descubre que todo axolotl piensa como un hombre dentro de su imagen de piedra rosa.
Afuera, el hombre cada vez va espaciando más sus visitas al acuario, ya no necesita volver pues su obsesión es ahora un axolotl. El pez mito, el pez totem es receptáculo de la obsesión y de los miedos del hombre, entidad supraracional que vaga eternamente, testigo y horrible juez al mismo tiempo, un fantasma, una máscara que esconde y, al mismo tiempo, muestra. Como esta máscara azteca.
Afuera, el hombre cada vez va espaciando más sus visitas al acuario, ya no necesita volver pues su obsesión es ahora un axolotl. El pez mito, el pez totem es receptáculo de la obsesión y de los miedos del hombre, entidad supraracional que vaga eternamente, testigo y horrible juez al mismo tiempo, un fantasma, una máscara que esconde y, al mismo tiempo, muestra. Como esta máscara azteca.
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